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MEMORIAS DE UN MALDITO: Revisión de obras/ Memories of a damn: review of works

 

A falta de musas, me dediqué los años siguientes a reeditar los tres primeros álbumes que hablan sufrido más el peso del tiempo 

 

 

Las ediciones Deluxe no sólo eran una mejora técnica de masterización. Durante años me aficioné a la organología y mi pensión me permitía el placer de adquirir instrumentos. Algunos más profesionales que otros pero todos en ese rango. Las mandolinas del lutier de Ferrara, Gabriele Pandini, lá viola-sitara del jerezano Cosano, la flauta doble de un indio navajo o el pochette del cántabro García Oliva, son apenas algunos de mi colección.

 

 

Todos ellos los aprendí de forma autodidacta e incluidos algunos junto con los digitales. Lo analógico y lo digital se abrazaban por primera vez. El resultado seguía estando en los estándares del artista independiente.

 

Coincidiendo con ello y en mi perfeccionismo obsesivo me matriculé en la Berklee en un curso comandado nada más y nada menos con quien fuera ingeniero de sonido de artistas de la talla de Annie Lennox, U2 o Depeche Mode:Marc Dieter Einstmann en técnica de Audio Mastering. 

 

 

Obviamente no era mi meta convertirme a ese mundo complejo e inaccesible para mí, pero sí, dentro de mis propios medios, mejorar la calidad de mis trabajos. Como ya he comentado, no es culpa de ningún profesor los resultados alcanzados y esto es aplicable a todos los que se cruzaron en mi camino.

 

 

La barrera idiomática, por segunda vez, impidió adquirir mucho más conocimiento y aprovechamiento del curso.

 

Empleé mi dinero en mejorar mi estudio casero con programas de masterización y equipamiento de sonido.

 

 

Conjuntamente me matriculé en Música Contemporánea, con el no menos prestigioso compositor Gabriele Vanoni. Lamentablemente era un contenido que ya había trabajado en UNIR y desistí hacer el módulo dos. Además, los derroteros de la música llamada contemporánea no me interesaban demasiado. Siempre fui reacio a experimentaciones fuera de la lógica y el uso habitual de la finalidad con que un instrumento fue fabricado. Aún así, abrió mi mente en ese sentido y con eso me quedo.

 

 

UN HIJO TARDÍO: El correo del zar

 

 

 

 

 

En dos mil veinte publico un álbum que pertenece a un concepto ya superado de composición. Era un material que tenía archivado y que quise dar a conocer. En su defensa, tiene un magnífico trabajo orquestal y piezas tan conmovedoras como Serenata siberiana (pensada para ser tocada con un Morían khur)

 

 

 

Inspirado en la novela de Verne, Miguel Strogoff y en la música tradicional caucásica, realizamos un viaje por los pasajes más destacados de la obra del escritor francés.

 

 

Para la portada de este álbum pagué hasta una foto del gorro tradicional que fue incorporado al collage tipo cómic de dicho álbum.

 

 

Es a partir de aquí cuando el workstation que había acompañado mis trabajos es sustituído por la DAW, por Cubase y por las librerías de Sonido.

 

 

 

QUIÉN DIJO MIEDO: Arquitextura

 

 

Pasada la crisis creativa y existencial Arquitextura si representa un salto cualitativo a nivel compositivo. Obviamente el reconocimiento y la fama había pasado a un segundo plano, sólo así es posible concebir este álbum.

 

 

 

Supone un compendio de todo lo aprendido y una superación de tabúes instalados en el mundo tonal que siempre me había caracterizado.

 

 

Arquitextura, con portada minimalista, abandona la melodía y la sustituye con las texturas.

 

 

Pienso que es el trabajo más completo que he sido capaz de crear hasta el momento. En él se vuelcan las enseñanzas de María Andueza del arte sonoro y el paisaje de Schaffer, las de Edith Alonso de electroacústica, las estructuras aprendidas en la Thinkspace Academy, algunas pinceladas de los consejos de Vanoni, la pulcritud buscada de Einstmann y el concepto de integración y sentido de cada sonido de Félix Parodi y el por qué y para qué de Rafael Martín.

 

 

La obra recorre arquitecturas naturales y artificiales diversas enriquecidas con audios representativos de cada una de ellas. Lo analógico y lo digital vuelven a encontrarse dándose el lugar que cada uno necesita.

 

 

 

UN POEMA HECHO MÚSICA: Poemario de fonética musical 1.0

 

 

Siguiendo en el campo de la experimentación publiqué este curioso poemario.

 

 

Había adquirido Dexed, el software del legendario Yamaha DX7. Nunca tuve un sinte tan emblemático como éste. Ya dije más arriba las reticencias de mis padres a comprarme algo superior al mini Casio.

 

 

Ahora tenía la posibilidad pero quería darte un uso diferente. Se me ocurrió la locura de crear síntesis a partir de la fonética española, teniendo presente el reto y lo osado del proyecto. Usando las frecuencias de vocales y consonantes y todas sus combinaciones. Editar todo eso fue me llevó más tiempo que la composición en sí. Cientos de tarjetas buscando los osciladores y frecuencias adecuadas. Me empapé de fonética aplicada de unos trabajos más detallados en la guía didáctica de este álbum.

 

Había ahora que seleccionar poemas variados en métricas y enmascarar a sus autores porque el poema era algo vehicular, no el fin.

 

 

El resultado fue desastroso y sin valor artístico alguno. Entonces tuve que echar mano de las librerías de sonido y caracterizar cada poema, recuerde, sin conocer su título y autor, ya que fueron retitulados en este álbum.

 

El resultado se salvó, pero predominó más lo secundario que lo netamente original.

 

 

Fue también el año que Wikipedia se negó a que entrara en su catálogo. Recuerdo los infructuosos esfuerzos de una freelancer argentina.

 

 

Creo que fue este año cuando, siendo un iluso, me mudé a Navalperal de Pinares, en Ávila. Pensé que estar cerca del único hermano con el que mantenía contacto mitigaría mi soledad. Me equivoqué.

 

 

Cuando llegué a aquel pueblo en un crudo invierno de febrero de dos mil veintiuno, sentí que por fin había encontrado mi lugar después de tantos años de mudanzas. De hecho, Pepe Andrades, el transportista que era amigo desde los años de la orquesta Lima dijo: este es tu sitio. Aún pienso si se estaba burlando de mí. Si algún día accedo al pódium olímpico, aunque sea dos o tres escalones más abajo, no podrán decir: aquí vivió berekekê. Como dice mi amiga Rut: ese culo de mal asiento.

 

Al principio todo me parecía hermoso: los pajaritos cantando, el silencio de la noche, hasta que, como siempre me ha ocurrido, el demonio descubre donde estoy, y envía a uno de sus feligreses a dar cuenta de ello. Por otro lado, la sequedad del castellano y la soledad sin nada que hacer durante todo el día. Pero un desagradable acontecimiento viene a superar todo aquello: el fallecimiento de mi hermano más pequeño. Un mazazo difícil de superar en plena pandemia y con restricciones de movilidad. A pesar de todo lo dicho, mi hermano Pedro demostró nuevamente que estaba donde había que estar y yo no sé cómo se paga eso.

 

 

Los desencuentros familiares volvieron a producirse una vez más. Unas monedas de un pobre solitario diabético con pierna amputada puso a cada cual en su lugar. Conté con la admirable ayuda de la única amiga que tenía y que valía por cientos o miles de cualquier red social.

 

 

Volví de Puerto Real destrozado, con una terrible y amenazante depresión que duró casi el año que viví en aquellas lejanas tierras duras de Navalperal de Pinares.

 

 

OTRA REVISIÓN MÁS: ECCE MATER DELUXE.

 

 

La angustiosa soledad y vida ermitaña sumada a la resignación que no cabía esperar del apoyo de mi hermano Pedro, me llevó a Ávila capital. Ahora, definitivamente no había lazos familiares.

 

Aproveché ese año para reeditar el tercer bloque de Tripartito. Sustancialmente fue un retoque técnico sin tocar excesivamente arreglos.

 

 

En Ávila no encontré mucho que hacer al llegar, aún bajo la sombra pandémica. La casera, al hablarle de mis inquietudes musicales me puso en contacto con Ignacio que tenía una especie de asociación de antiguos tunos. Siempre deseé haber participado en una tuna. En mis años de universitario eso no se estilaba ni aún siendo de la especialidad. Cosas de la vida.

 

Tuvimos un encuentro y para ser castellano, Ignacio era una persona abierta, comunicativa, un tanto líder mandón, pero excelente persona. Como todo en los fregados que me meto termino implicandome más de la cuenta, noté un cierto recelo de quienes tomaban aquello como quien va a jugar al mus. Para colmo me negué a vacunarme de la maldita peste y no quise que nadie me culpara por ello, aunque el riesgo fuera para mí. Dije adiós con la manita al sueño tunante.

 

Como todo ser viviente los problemas continuaron y para resumir volví a mudarme.