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Es hora de vanguardias y underground/ Just the moment of vanguard and underground

Llevamos demasiado tiempo asistiendo al "corta-pega" en el mundo artístico, principalmente en el musical. 


Las vanguardias y el undergraund fueron difuminándose con la llegada del arte como negocio. Dejaron de ser atractivas. Ni siquiera puede llamarse con este término lo que actualmente hacen algunos artistas que destacaron en la década de los ochenta por su originalidad y que siguen en activo no es precisamente vanguardia . El arte de experimentar ha dado paso al "hay que comer todos los días". No les reprochó nada, tal y como está el famélico mundillo de la música, es una heroicidad estar ahí.


Lo transgresor en el arte ha muerto o es tan underground que ni se sabe de su existencia. No tiene visibilidad. Es un punto a favor de lo políticamente correcto.


Pero sin vanguardias, el arte cava su propia tumba y asiste a su propio funeral. Todo es previsible, recurrente hasta la saciedad y la creación se sostiene con pinzas de tender.


Lejísimo queda la participación activa de revistas especializadas, cadenas televisivas, programas de radio, etc, algo que ni siquiera las nuevas plataformas se han planteado en difundir.


Todo en la vanguardia gozaba de originalidad (por supuesto, hasta en el vestir).


Ahora, el patetismo lo ocupa todo, lo comercial acapara el centro de atención de miles de jóvenes que no han oído ni siquiera hablar(por no decir escuchar) de David Bowie, Nina Hagen o más españoles: Os resentidos, Golpes Bajos o el gran Germán Coppini. Todos ellos, junto con muchos más, que tenían su sello importándoles un rábano las opiniones o las montañas de dinero.


Está decadencia que vive el arte en general y la música en particular tiene una sombra demasiado alargada y opino que es hora de atreverse a hacer otras cosas que nos enriquezcan a todos. Con esta premisa, aunque esté feo decirlo, enfoco mis trabajos. Cierto es que no vivo de ello, pero ¿Realmente aquellas vanguardias lo hacían o pretendían? Podría asegurar que no, que su impulso nació con la determinación de decir algo distinto y muy personal.


Sin vanguardias no hay entidad capaz de resucitar al arte. Es una necesidad rescatarlo de la ponzoña de los olfateadores de dinero. En suma, del mercantilismo en el que ha caído para su propia desgracia.