Operación Triunfo Sin Diminutivos/ Operación Triunfo without diminutives

No recuerdo cuántas ediciones de este Concurso se han realizado. Sí que era mucho más joven y con cierto aire de arrogancia consideraba una pérdida de tiempo asistir a clonaciones de artistas consagrados. Nunca usé la palabra "triunfito" (aún desestimando y reacio al formato, me parecía poco digna).


Los años ponen muchas cosas en su lugar. Suele hacerlo sin grandes tragedias, en silencio, y acaba dándote una lección de vida.


No sé por qué cosas del destino estoy siguiendo más está edición y la lección de vida ha llegado. 


Siendo consciente que el artista está en el material genético o en una extraña causa que se adhiere como tantas otras en la gestación (e incluso antes de ésta), negar que la formación contribuye a esculpir cual Miguel Ángel a su David es de una necedad absoluta.


Yo le debo tanto a quienes contribuyeron a mi formación artística que sería impensable mi desenvolvimiento creativo sin sus sabios consejos.



Los profesores que componen Operación Triunfo, ahora y en su trayectoria, merecen un reconocimiento más allá del marketing, los trending topic, los beneficios de la cadena o plataforma que les da cobertura;porque son ellos los encargados de esculpir a tantos David sin pretender o llegar a tener certezas del futuro o hacia dónde llegará el fruto de su trabajo. No es ésta su tarea, como tampoco lo fueran mis queridísimos profesores y/o consejeros.


En la octava gala de la actual edición se ha levantado el velo, se ha pasado la frontera del quiero ser al soy. Y es justo reconocer (te guste o no esté Concurso) que nadie debería colocar diminutivos de un modo un tanto despectivo, infravalorado el esfuerzo y por qué no, el sufrimiento de los concursantes. Tal vez no quieran parecerse al arrogante de arriba que acabó aplastado por un baño de realidad. El tiempo es el más sabio de los sabios.


En este complicado mundo del arte nadie tiene asegurado el éxito. Algunos acaban en las inmensas minorías, que por otra parte conforman los fieles que no te abandonan. Otros conquistan el Olimpo y se miden con los dioses (algunos empoderados por multinacionales que olfatean dinero nada más) y rara, muy rara vez, un artista renuncia a serlo, porque sería un acto igual a  cercenarle un brazo, con o sin éxito, el artista aspira como Ulises ha reencontrarse con su Penélope, es así que el devenir determinará quien y quien no son los elegidos para la gloria, para la exposición, pero a todos les es concedido el sublime y curador efecto que sobre nosotros, los artistas y creadores, deposita como una bendición el arte por el arte.