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Pan para hoy, hambre para mañana/ Eating today, hungry tomorrow

Llevo años diciendo que la cuestión del agua es tan preocupante que supondrá en un futuro no muy lejano el verdadero cisma y la guerra definitiva. Puede parecer tremendista, mesiánico, profético o como quieran llamarlo. Lo cierto es que Greenpeace lleva denunciando esta cuestión sin ser escuchados (algo muy propio, especialmente en España).

 

Las pasadas elecciones coincidieron con una de las sequías más terribles vividas en mucho tiempo y con tendencia a repetirse con mayor asiduidad. Ningún partido político hizo ninguna propuesta seria. De hecho, en los lugares costeros siguieron funcionando en las playas los sistemas de ducha y ningún bando municipal alertó a los propietarios de piscina de hacer un uso controlado del agua.

 

Era lógico, la medida impopular siempre es relegada porque supone un obstáculo al poder. 

 

El consumidor no está exento de responsabilidad, de hecho, es el mayor responsable y negligente que antepone su bienestar personal al de la comunidad. Esto es algo recurrente y consustancial al ser humano, por eso la reglamentación y la legislación de planes son tan necesarios. 

 

No puede usarse una lavadora para lavar tres bragas y dos calzoncillos, ni es necesario ducharse todos los días (salvo que tengas un trabajo que lo requiera), tampoco poner un lavavajillas para tres platos y por supuesto, y volviendo al tema de las playas, que la ducha esté ahí no te obliga a usarla si tienes conciencia de que ello supone. 

 

No veo excesiva preocupación por esta tragedia y dramática situación del agua ni a nivel español, ni europeo. La desertificación es otro mal añadido, ya que la falta de lluvia también genera falta de cultivos que encadena una serie de consecuencias para la población y la economía a nivel planetario. Es cierto, que dado el avance del cambio climático, nada podemos hacer a este respecto, pero sí como consumidores tomar conciencia del uso adecuado del agua.

 

Pasadas las elecciones y conseguido los objetivos de los ganadores, comienzan a hacerse prácticas de ahorro que llegan tarde (los embalses están en una situación de riesgo insostenible y el agua que bebemos susceptible de no ser lo suficientemente idónea).

 

Para la supervivencia en este planeta, el agua es el oro líquido. Sin él, resulta imposible sobrevivir, ello sin tratar la gran pérdida de ecosistemas que acarrea una sequía y la desertificación).

 

Esperemos que los vaticinios arriba indicados no lleguen a producirse, pero me temo que la tragedia ocurrirá sí o sí y los más afectados, como siempre, serán los ciudadanos de a pie.

 

Como dice el dicho: pan de hoy, hambre para mañana. Los políticos tuvieron la oportunidad de demostrar su valentía, pero fue más propicio para ellos seguir sentados cerca de la olla que les sustenta y les puede.