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Cómo y por qué nacieron las plataformas de streaming/ How and why streaming was born

Recuperamos este post sobre el origen del streaming..

 

Cuando internet comenzó a inmiscuirse en todo lo relativo al arte, empezó la decadencia. Los escritores veían como sus libros eran expuestos para descargas gratis, los artistas de la música un tanto de lo mismo con plataformas ilegales como Napster en las cuales podías descargarte con total impunidad discos y discos bajo organizaciones que por entonces clamaban por la libertad de descarga.

 

La industria musical experimentó una durísima caída y pérdidas multimillonarias sin que la ley pudiese hacer nada (o la vista gorda) ante tales hechos. Entonces, algún listillo se le ocurrió que era mejor legalizarlas, de tal modo que por una cantidad ridícula podías conseguir lo mismo con "el respaldo de la ley". Fue así como nacieron plataformas de streaming tipo Spotify.

 

Por supuesto, como a la mayoría de los que viven a costa de la creatividad de otros, a estas compañías le importan muy poco si son buenos los ingresos que recibe un autor. Dicho de otra manera, ellos defienden que le dan visibilidad y una larga vida a su obra que no permite la venta de un disco físico en la cual todo termina con una transacción económica.

 

Esto es otra de las grandes mentiras. Porque un cd o un vinilo se podían adquirir de igual forma en cualquier época de la vida de ese álbum. De hecho, cuando en España, muchos vinilos estaban prohibidos, fueron recuperados después de haber terminado su vida como éxito.

Evidentemente, estas plataformas hicieron un gran favor erradicando la ilegalidad, pero contribuyeron a su vez a sustituirlas con un respaldo legal. Es cierto, nadie te obliga a poner tu música en dicha plataforma, pero también es cierto que entonces hay un agravio comparativo que es: estar o no estar, ser visible o invisible.

 

Sí, alguno puede pensar que tengo una guerra particular con Spotify. Y no se equivoca cuando dicha plataforma está aún haciendo uso de mis portadas y mi nombre sin consentimiento y abusando de su poder ya que contratar un abogado para ello solo supone una gran pérdida económica para mi, que en cualquier caso, no me garantiza el éxito de la cruzada.

 

También acuso la deshonestidad de los consumidores y su falta de fidelidad a los artistas. Cuando aquellas plataformas ilegales comenzaron a reproducirse como hormigas, no se tuvo en cuenta el daño que se hacía a la cultura, la creatividad y a las artes. Se abandonó al artista a su suerte, que es lo que hoy se hace legalmente. Por eso, no están exentos de culpabilidad quien sigue manteniendo a estas plataformas, ahora legales, cuyo interés por el arte y la cultura es cero.

 

Sólo una minoría, que generalmente suelen ser del gremio, siguen con su fidelidad y pagando justamente a los artistas por su trabajo. Sí, trabajo, aunque a muchos no les guste esta palabra.

 

La solución vendría por parte de los artistas y la retirada de sus músicas y libros de esta rapiña del s. XXI del tipo de las novelas de Charles Dickens. Pero no, no lo harán. Se bajarán los pantalones una y otra vez, dando por válida cualquier compensación aunque sea la de un pan rancio de casi veinte años (tiempo en que la cultura y el arte cayeron en desgracia).

 

 

 

ACTUALIZACIÓN:

Muchos opinan que el streaming contribuye al equilibrio Medio Ambiental, es decir, es sostenible, ya que la producción de cd´s o vinilos tiene un coste ambiental. En cierto modo, no podemos negar esta evidencia, pero de igual modo muchas empresas generan millones de productos contaminantes y deberían desaparecer por esas regla de tres. Además, estas declaraciones son un velo para ocultar la realidad del streaming: el empoderamiento de quienes las manufacturan en detrimento de los creadores. Jamás se reunirán en una mesa de diálogo para establecer precios justos por transmisión. Esta es la primera realidad y quienes buscan otras, será porque en cierta medida obtienen un beneficio de ello.