Cuando se pierde el miedo. Dígase concomitancias/ Where there isn´t fear, you say concomitances.

Lo de Israel en Gaza era sintomático de una reacción en cadena. Hubiera sido ejemplarizante una intervención internacional para evitar que otros tomen ejemplo ante la pasividad de la comunidad internacional.

 

Es lo que viene ocurriendo en Venezuela estos días con Esequibo o Guayana Esequiva que administra la República Cooperativa de Guyana y que Mauro pretende anexionarse para explotar su riqueza minera (esto  me recuerda mucho a lo que hicieron los españoles y portugueses y que tanto critica en sus discursos el dictadorcillo de turno, llámese Mauro).

 

Era previsible, igualo que China acabará más pronto que tarde anexionando Taiwán y Villaviciosa del Carajo, anexionándose Tocacojones (ricas en morcillas).

 

La supuesta soberanía de los pueblos siempre ha sido una vacuna para los dictadores y genocidas. Con ella, se garantizan que ni la Corte Penal, ni la ONU (Organización Nula Unánime) sirvan para absolutamente nada, quedándose en bonitas palabras como el florero de mi abuela en el salón.

 

Estos nuevos tiempos que corren vendrán cargados de impunidades ante quienes anteponen la fuerza por encima de la razón. Sea cierta o no la sentencia de Don Miguel de Unamuno: "Venceréis, pero no convenceréis".

 

Y que aún haya parroquianos que tengan de ejemplo a estos personajes, resulta cuando menos, digno de tomarse tres ansiolíticos al día.

 

Cuando uno pierde el miedo no tiene fronteras, todo el monte es orégano y se pasta a placer en el verde prado de la inacción, el silencio y la pasividad de los demás. En otras palabras, se es cómplice de todo aquello que impone quien así lo decida sobre el resto.